miércoles, 2 de octubre de 2013

Poca memoria.


Tenemos poca memoria. Ya tuvimos un país democrático. Hace mucho años, pero lo tuvimos. Con habilidad, partidos, grupos, individuos detrás de empresas, el poder que existe desde la Revolución Industrial en occidente, se encargaron de alterar el funcionamiento del país con actos violentos de adictos a sus ideas y otros actos que atribuían a la gente que no pensaban como ellos. Hasta que, efectivamente, algunos de los que no pensaban como ellos empezaron también a actuar de forma violenta. Cuando la violencia empezó a generalizarse, ya tuvieron la excusa necesaria para que aquellos, los que no quieren compartir, los que atesoran el dinero y el poder por encima de cualquier otro valor, reaccionaran como salvadores del país. Solo es necesario tensar la cuerda lo suficiente para que la democracia se rompa.
En estos tiempos volvemos a ver esa tensión. Ya tenemos, de nuevo, indignados de las dos formas de pensar. Se tensa, se provoca la reacción y se tensa más aún el ambiente.
Hay mucha gente que piensa que ya no podría volver a pasar, pero me parece una idea muy ingenua. Llegado el caso, las posturas no retrocederán y como decía en una opinión de un periódico, hoy todo es más rápido gracias (o por culpa) de internet. Opinamos alegremente en foros, artículos, redes sociales y las temibles listas ya están hechas.
No propongo escondernos en el miedo. Hay que reaccionar siempre ante la injusticia, luchar por los derechos, por la vida de los seres humanos. Callar ante la opresión, la explotación, el abuso es otorgar, afirmar que nos parece bien, que estamos de acuerdo. Pero esta guerra interminable es tan antigua como la misma historia del hombre y así vamos avanzando década a década, siglo a siglo. Hasta ahora el espíritu humano sigue vivo y en los buenos tiempos los derechos humanos, la salud, la educación, la cultura se van haciendo más universales. Pero tenemos que recordar también las malas épocas para intentar no repetirlas.