Neptuno.
Allí, sentado sobre tu trono de conchas y perlas, escoltado por tiburones y morenas, con una cara de majestuoso aburrimiento, esperando a que canten las sirenas para que que te animen el día. Debes estar bastante harto, por otra parte, de soportar tanta basura que vertemos en tu hogar y agobiado por las quejas de las ballenas y los delfines. Te veo enorme surgiendo del océano, como una estatua de la libertad masculinizada y monárquica y gritandonos feos insultos en la lengua de los atlantes. La típica queja del vecino furioso. Quizá por eso, últimamente, tu enfado ha arrasado fatalmente algunas costas.
La verdad es que yo prefiero tu otro nombre: Poseidón. Me suena como más viril, más macho marino, porque Neptuno, la verdad, me recuerda a "la reina de los mares" que cantaban mis hermanas cuando saltaban a la comba:
"Soy la Reina de los Mares,
ustedes lo van a ver,
tiro mi pañuelo al río
y lo vuelvo a recoger...".
(Publicado el 19/12/2005).
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