Fotografía: Pluma azul de Pybalo
Unas manos se tendían
pidiendo misericordia.
Sirena, unas sirenas.
Una tierra caliente
de sol y sangre.
Una mano acechaba manchada
como una garra.
Se imponía el silencio.
Lloraban los niños
cuando los llevaban al Metro.
Sirenas, una sirena
en blanco y negro.
Nadie gritó basta,
tal vez por eso ahora
nadie recuerda.
En las cunetas
donde tendían él y los suyos,
en nombre de dios.
Saña.
(Publicado el 2/02/2006).
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