domingo, 3 de marzo de 2013

Como si lo hubiese adivinado...


Preso en Guantánamo. Fuente: Amnistía Internacional España.

Sin tener ni idea de que había elecciones allí, en mi artículo anterior hablaba de lo negativo de que un partido conservador ganase las elecciones en algún país. En Canada, nada más ganar, han entrado por la puerta grande: han decidido retirarse del protocolo de Kyoto y sumarse a los planes norteamericanos del escudo de misiles. Además están estudiando retirar el proyecto de ley de matrimonios entre homosexuales para ganarse a una minoría de la derecha aún más radical, ya que no han conseguido, como por lo visto es habitual en el país de la policía montada, mayoría absoluta. Es otra vuelta de tuerca hacia la derecha más intransigente.
Por otra parte, parece que en los USA han decidido que basta de pamplinas, que si hace falta se le pega un tiro a cualquier preso que ellos consideren conveniente, en cualquier lugar de la Tierra en plan ejecución rápida. Están tenido que, simplemente, cambiar unas cuantas leyes y ya está: podrán aplicar penas de muerte a cualquier preso que tengan en su cárceles en el extranjero -lease por ejemplo, Guantánamo-.
Malas noticias sin fin. Por eso cuando leí una positiva, le escribi esta carta a El País:

"Más raras que los perros a cuadros, las buenas noticias habría que festejarlas como se merecen y no pasar desapercibidas entre tanta guerra, hambre y catástrofe.
Leo en la edición digital de su periódico que "denegaron -a nuestras tropas- la autorización para matar" en Irak. No sé de quien partió tan sabio consejo, pero le propongo desde ya para un monumento en pleno Madrid. Con los tiempos que corren y con el poco valor que se le da a la vida humana en los conflictos bélicos, con el aire de "matón de barrio" que tienen algunos dirigentes occidentales (o ex-dirigentes), es muy de agradecer que alguien decida que matar no es la mejor opción ni siquiera en caso de guerra. Es un aldabonazo en las conciencias de muchos y un ejemplo para todos. Si realmente queremos que la gente piense que un ejercito puede defender la paz dentro y fuera de nuestras fronteras, esta denegación de la autorización de matar sería una de las muestras más evidentes. Quizá sea una gota en un océano de muertes y destrucción que arrasan aquel país, pero alivia saber que, al menos, las ordenes de nuestro ejercito no eran las de ir matando a diestro y siniestro.
Jamás una guerra será humanitaria y no creo en las intervenciones armadas en otros paises, pero cualquier orden que evite una muerte hará más por la paz que cientos de discursos contra la violencia o el terrorismo. Es algo que incluso podremos decir a nuestros niños: "nuestros soldados tenían prohibido matar"... Es casi de cuento."

(Publicado el 25/01/2006).

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