lunes, 6 de febrero de 2017

Sísifo

Agotado, derrumbado
por el castigo que no cesa
y que atormenta, repetitivo,
con agitación de serpientes
que crecen con el alba
y se alimentan,
gozosas y ufanas,
de mi espacio, de mi aliento,
en bailes de viento y brisas,
tempestades.
Sierpes que me ahogan
en abrazos asfixiantes
de roca y aire,
perezosas.
Y cuando al final se duermen,
exhaustas, malheridas,
sin pausa y sin descanso,
renacen recrecidas
en el silencio de la calma
lacerante
y
agotado, derrumbado
por el castigo que no cesa...

miércoles, 1 de febrero de 2017

Norte

De los bosques grandes y sombríos,
de las marañas negras
y de rayos de la luz,
que como gigantescos dedos mágicos,
revuelven los troncos y las ramas,
los helechos obscuros,
los huecos recónditos,
las madrigueras abandonadas.

De los verdes interminables,
a veces lorquianos,
rotos al azar por jirones
de nubes perezosas,
donde cazan los lobos
y corren los jabatos
huyendo del mañana.

De las piedras ovoides,
calientes bajo el sol
y frías en la orilla,
del rumor enorme,
del agua incontenible
presagio de la montaña,
y del barro
que crea y que destruye.

De los hórreos que huelen a maíz
a castañas,
fabas y frixuelos,
con rosarios de avellanas,
y gruñidos quedos
en la pocilga húmeda.
Palomas y asturcones.

Del luto perpetuo
por la mina negra y el carbón,
el vino denso.
Y en la cocina, 
el fogón de leña y el tocino,
tazones de leche
grandes como piscinas,
con ecos de gaitas
y el pollo con sidra.


De los prados infinitos
jamás horizontales,
donde las vacas maternales
escuchan pacientes el paso del tiempo
con rumores perdidos de cencerros,
de los caminos angostos
y ofidios
y el aroma del heno.
La fragancia del tabaco de pipa.

De las barcas azules y pequeñas
y las gaviotas insistentes y gamberras,
del olor a lonja y a pescado
y se agitan pulpos blandos,
maromas y salitre en los labios.
Redes amontonadas entre boyas blancas.

Y por fin,
del mar y de las rocas,
- azul profundo -
adulto y poderoso,
hijo rebelde del océano
y la espuma embravecida.


Soy.