jueves, 24 de julio de 2014

El avión del Presidente.

Había una vez un país totalmente imaginario e irreal en el que, en un cálida madrugada del mes de julio, una destartalada furgoneta, de color blanco sucio, se acercó lentamente a la valla de control del aeropuerto militar. Como era lógico y de esperar, uno de los policías de guardia le indicó al conductor, con un gesto grave y muy castrense, que detuviera el vehículo. Mientras los dos hombres hablaban, a través de la ventanilla, dos militares pasaron espejos bajo la furgoneta. Descubrieron, por los cristales traseros, los extraños pasajeros y cuchichearon entre ellos.

- Cabo, soy el comandante Ramirez.- dijo un señor uniformado sentado junto al chófer pasándole una identificación.
- Sí, mi comandante. Todo en orden.- contestó el joven inspector mirando la foto del carnet y después el rostro serio y firme del oficial del ejercito del aire.

Con una señal breve de la mano, el pesado tubo metálico, pintado de rojo y blanco, fue levantado y las afiladas púas metálicas del suelo retiradas. El cabo vio la furgoneta perderse en la distancia, sin más ruido que el del ronco motor cansado. Uno de los soldados le susurró: no te vas a creer los que van dentro…

Con un suave raspado en el suelo negro de la pista de aterrizaje, frenó el vehículo junto al avión del Presidente. Las puertas traseras se abrieron y con ayuda del conductor y el comandante los pasajeros empezaron a salir. Un de los agentes secretos, trajeado de negro y con absurdas gafas oscuras a aquella hora de la noche, se acercó corriendo  al comandante mientras se sujetaba el audífono y hablaba por el comunicador de su solapa.

- Señor, esto es un área restringida.- imploró.

Unas diez figuras esperaban indecisas mientras los dos hombres medían su autoridad. Una niña pequeña, con un vestido rojo, dijo que quería hacer pis y el anciano a su lado la miró con una sonrisa. Seguro que dentro del avión  hay un lavabo, cariño, dijo la madre a su hija. Un chaval, de unos doce años miraba la hermosa y brillante aeronave recortada por la luz plateada de la luna llena. El indigente se rascó la cabeza, quitándose la vieja y sucia gorra, y siguió con una sonrisa los ojos asombrados del chaval. Una joven muy delgada movió su silla de ruedas hasta el comienzo de la que sopesó interminable escalerilla del avión.

Los guardaespaldas no creían lo que estaban viendo e incluso uno se quitó sus absurdas gafas y se frotó los ojos, como para desprenderse de los retazos de un sueño. Miraban los dos niños dando vueltas divertidos alrededor del grupo. Miraban a un anciano de piel obscura toser mientras se encendía un cigarrillo con aire satisfecho.

- Vamos a subirlos al avión, dar un par de vueltas al aeródromo y lo dejaremos de nuevo aquí.- anunció el comandante al jefe de la guardia mientras este repetía la frase a su comunicador.

Nadie sabe cual fue la respuesta que el fornido hombre de negro recibió pero, tras un par de minutos de tensa espera, dos de sus compañeros levantaron, como si no pesara, la silla de ruedas y, despacio y con cuidado, la subieron a la aeronave siguiendo las ordenes de aquél. Las dos azafatas aleccionadas ayudaron al pasaje a acomodarse en los suaves sillones azules. Quiero que coman y beban lo que deseen. A la niña del vestido rojo hay que llevarla al lavabo, dijo el comandante piloto entrando en la cabina.
Mientras el fuerte zumbido de los motores del Airbus A310 lo llenaba todo, las auxiliares de vuelo ayudaban a poner los cinturones de seguridad a los niños y los guardaespaldas pasaban, de la silla a uno de los sillones, a la joven rubia que los miraba sutilmente enamorada.
Con gritos de júbilo, el avión dejó el suelo atrás e inició el vuelo sobre los tejados de la cercana capital. Ya estabilizado el aparato, se empezó a servir la comida a los hambrientos pasajeros. Se pasaban unos a otros los bocadillos triangulares, los platos con jamón, los diversos canapés, los vasos con refrescos, los cuencos con aceitunas y almendras saladas. La niña pudo entrar, al fin, en el servicio ayudada por su madre. Todos, incluido el piloto, celebraron los pasteles fríos y golosos. Los niños corredores se reían con los Simpson en el sistema de televisión. El indigente pidió un plato de sopa y el comandante fue consultado. ¿Para un corto vuelo vamos a encender la cocina?. Si quiere sopa, le hacen sopa, ordenó el militar muy serio. El chofer de la furgoneta rió a hurtadillas.

Abajo, en las calles, entre las brillantes luces nocturnas de una noche de verano, muchos ciudadanos vieron asombrados el paso majestuoso del trío de aviones volando bajo. Dos cazas F-16 escoltaban al avión presidencial. Los periódicos, en sus matutinas ediciones locales, añadieron un pequeño artículo sobre unas maniobras aéreas especiales sobre la capital.


La niña del vestido rojo, sentada ya en su asiento, saludaba por una de las ventanillas mientras lamía un pastelito de nata.

domingo, 20 de julio de 2014

Cine con mayúscula.

Como españoles que somos, nunca sabemos valorar lo que tenemos. En este caso ni a nuestros autores ni a nuestro cine. Si Alex Angulo llega a ser un actor estadounidense y Alex de la Iglesia un director, al menos, rodando en aquel país, películas como "El día de la bestia" y "Acción Mutante" serían películas de culto en todo el mundo. En los dos casos la critica, la parodia, el reflejo de una sociedad, la forma de tocar temas como el poder de la iglesia, el terrorismo, el imperio de los pijos y modernos, el consumismo, los nacionalismos, el costumbrismo implícito en fin, hubieran situado estas cintas en las alturas mundiales de un Tarantino o un Scorsese. Pero aquí los primeros que no nos lo creemos somos nosotros y hablamos de cine "de pasar el rato", sin más lecturas ni análisis. Ahora todo el mundo del cine llora, pero ni desde los gobiernos, ni desde ciertos profesionales, ni siquiera de cierta parte del público se valoran a los actores ni al cine español como es debido. Me duele, sinceramente, cuando incluso la critica especializada no las llega a valorar porque hay gente que ha puesto, pone (y sin duda seguirá poniendo) mucha inteligencia, pasión y trabajo en nuestro séptimo Arte y con medios que en otros sitios dan risa. Triste la muerte de este gran actor. DEP.

jueves, 17 de julio de 2014

Gratuito

Al utilizar ciertas maquinas y los servicios que nos ofrecen, muchos piensan que se trata de algo gratuito y creo importante señalar su carácter comercial y lucrativo. Es cierto que existen, por fortuna y por el empeño de grupos de población y ciertos profesionales, medios libres de publicidad, pero se limitan al sector publico y, por desgracia, muchas veces no son los más demandados. Sí, sé que muchos opinarán: bueno, ¿qué más me da una publicidad en un lateral de mi muro de Facebook que ni siquiera miro?. En realidad sí que nos afecta y sobre todo porque se combina con múltiples estrategias de marketing moderno. Es mejor poner un ejemplo para entendernos. Si queremos promocionar la bebida X además del anuncio lateral en el Facebook, encontraremos la marca al abrir un video de Youtube, al visitar cualquier página de internet (sea de lo que sea), pasear por la calle, escuchar la radio, ver deporte… Al final, ante tal bombardeo de publicidad, cuando en una promoción “regalan” un vaso de muestra de dicha bebida con nuestra pizza, nuestra hamburguesa, en el restaurante chino, en el chiringuito de la playa… nos preguntamos: “¿por qué no? Es gratis”. Además gracias a los datos que facilitamos en las redes sociales los productos que nos anuncian son los que, según nosotros mismos, nos gustan.
Uno podría argumentar que no, que es muy fiel a la bebida que quiere y que no va a cambiarla por mucho que insistan. El problema es que no estamos hablando de una bebida si no de TODO. La ropa, la comida, el programa de televisión, lo que leemos, los automóviles que conducimos, las medicinas que usamos, la colonia que nos ponemos… Así, uno es tan feliz usando Youtube y aceptando esos segundos de publicad de una marca, pero se nos anima a que ciertos vídeos los califiquemos, los añadamos como favoritos, los compartamos, hablemos de ellos… en fin que trabajemos para ellos “gratuitamente”. Porque nosotros mismos trabajamos ahora para las compañías de publicidad sin saberlo y cuando alguien dice que le gusta el último video de Juegos de Tronos estamos contribuyendo a grandes ventas mundiales del producto y a todo el merchandising que gira sobre él. Además siendo seres sociales y gregarios, cuando en determinado momento en un foro (chat, página, discusión) se alaban las maravillas de la última película de Disney (que no tiene ni que parecer siquiera que es para niños porque la multinacional tiene muchas filiales - Touchstone Pictures es una compañía Disney y ha producido películas tan aparentemente adultas como “Ojos de serpiente” de Brian de Palma -) uno puede quedar como un idiota si da una opinión contraria. No es nuevo exhibir una marca en la camiseta que llevamos o el coche que conducimos con la inútil presunción de que nos hace diferentes. Nos parece incluso “bonito” y a nadie, o casi nadie, se le ocurre arrancar la etiqueta de la ropa o el logotipo del vehículo.
Se habla mucho sobre la piratería de internet, pero de estos temas no se comenta casi nada. Se crean películas, libros, músicas y si somos “como es debido” nos esperaremos a que las emitan  en el cine, por la tele o en la radio… después de horas y horas de publicidad de estos mismos productos y miles más. Si tenemos poder adquisitivo para comprar la copia en un comercio al uso (hoy en día puede ser en la misma Red), también sufriremos la publicidad en el centro comercial (real o virtual). Pero incluso, aunque no actuemos correctamente y decidamos bajar una copia supuestamente ilegal (más de un producto se lanza a esas redes para promocionarlo por compañías “legales”), también estaremos soportando la publicidad de esas páginas y aportando datos como nuestra dirección en internet o nuestro correo electrónico… para seguir recibiendo publicidad “legal”.

De esta manera no nos extrañe ver el anuncio donde la pobre ama de casa dice, con cara arrepentida y triste, que sí, que usa un producto y la figura de la madre, detrás de ella, chivándose al técnico de reparaciones, en tono de burla y desprecio: “sí, lo usa de marca blanca”.

miércoles, 16 de julio de 2014

Parecidos razonables

Muchas obras de Arte se caracterizan por reflejar, con más o menos exactitud, casi siempre con crítica, personajes, caracteres, situaciones del mundo cotidiano que nos rodea y con una calidad artística, en la forma, al menos reseñable. 
Hoy he vuelto a ver una película en la que vemos a un empresario despiadado, que maltrata a sus empleados, cuyas empresas contaminan el medio ambiente y que para conseguir realizar sus ambiciosos e innecesarios proyectos en la ciudad decide apoyar a un criminal para que sea alcalde. Este, para conseguir alcanzar su puesto, se dedica a asustar a los ciudadanos incrementando la delincuencia y justificar así su elección. El desalmado empresario tiene una secretaria, víctima también de los desmanes de él, despreciada e ignorada por sus superiores, que vive sola, abandonada por su pareja, rodeada por sus gatos y sus peluches, agobiada por la publicidad machista que la impele a ser seductora y por, todo ello, medio neurótica. Ella, para superarse a si misma y remontar las circunstancias que la rodean, después de un traumático accidente, se transforma en una mujer dura, que utiliza su ingenio, sus encantos femeninos para para dominar y seducir a los hombres a su antojo y alcanzar lo que le era negado: controlar hasta cierto punto su vida, siempre con unos traumas psicológicos no superados totalmente.

Pensando que conozco personas parecidas a algunos de estos personajes y situaciones sociales y políticas similares, y más en los tiempos que corren, reveía “Batman vuelve”. Como ya comenté en una crítica anterior, me agota Tim Burton volviendo siempre a sus estereotipos góticos (que mal me parece que hayan calificado así ese movimiento obscuro y siniestro siendo el gótico en arquitectura tan luminoso y espiritual), pero he de reconocer que es una película que se puede ver con más de una lectura y que, por supuesto, va mucho más allá de todos los demás films sobre el súper héroe murciélago hechos hasta ahora. Evidentemente no se trata de una obra maestra pero no me parece conveniente descartarla como obra, menor, de arte.

lunes, 14 de julio de 2014

¡Gracias!

Hay personas, que como nosotros los disminuidos, los discapacitados, los minusválidos (elijan lo que consideren más "políticamente correcto") solo podemos llevar una vida digna, más o menos aceptable, gracias al trabajo de otros seres humanos. Muy conscientes algunos y otros incluso sin saber de lo positivo de sus acciones, hacen que, no todos desgraciadamente, podamos levantarnos de una cama, comer, trabajar, disfrutar del ocio... Son científicos, médicos, psicólogos, filósofos, ingenieros, artistas, músicos, cineastas, políticos, bomberos, policías... y gente de la calle sin más preparación que una buena voluntad y el deseo de que los Derechos Humanos sean realidad. El artista que crea una obra que remueve conciencias, el técnico que inventa un tipo de ayuda para un astronauta, el líder sindical que mejora las condiciones laborales en una empresa, el músico que crea una composición bella, la persona que te ofrece su ayuda para cruzar una calle o subir al automóvil..., contribuyen, directa o indirectamente, a que la sociedad en general avance, mejore y las minorías, marginadas por unas causas u otras, podamos sentirnos un poco menos desamparadas, un poco menos víctimas de los vaivenes de las enfermedades y los condicionantes físicos y sociales. Por eso, a todos ellos: ¡gracias!.