domingo, 27 de abril de 2014

La gran belleza

Creo que es la única película, en más de 40 años viendo cine, que he visto tres veces seguidas. Es como visitar un museo que reuniese en un mismo edificio el Museo del Prado y el Museo de Arte Reina Sofía. Es eso: Arte, Arte con mayúsculas, como yo siempre escribo esta palabra. Y es a la vez un sueño y una pesadilla. Imágenes oníricas con una maravillosa fotografía y una música genial (es decir, adecuada a cada momento del metraje). Pero como en los sueños, lo que vemos, lo que oímos, nos encanta a veces, o nos extraña o lo detestamos o nos asusta... Es una vuelta a la sensibilidad (si no un homenaje) de Fellini, un nuevo neorrealismo italiano, pero del siglo XXI. Es meter en una coctelera a Peter Greenaway y Jean-Pierre Jeunet, con buenas dosis de sabor mediterráneo: estatuas griegas, romanas, música de pachanga en español e italiano, cantos al estilo de Jocelyn Pook... En fin es todo y nada, como la vida misma. El guión sigue  las andanzas del protagonista, con esas fiestas nocturnas donde se mezcla lo chabacano y lo bello, la tradición y la modernidad, recogiendo ideas de aquí y de allá, de la historia y de lo que es hoy la vida de la aristocracia europea (“algunos se han dado por aludidos y se han cabreado por no haber sido descritos en todas sus virtudes”, contaba el director). Y también es un crítica, un estudio del Arte mismo y de ese arte, con minúsculas, donde todo, supuestamente vale (como darse contra un muro y llamarlo happening o que una niña pinte un cuadro a cubazos de pintura).
Técnicamente destacan una soberbia fotografía y unos milimétricos movimientos de cámara, una iluminación muy realista a veces y, como decía, de ensueño otras. Los diálogos son preciosos, poéticos, certeros, irónicos.. Una crítica con cariño a esas clases altas y ociosas desde el punto de vista de uno de ellos, un escritor de vuelta de todo. Es a la vez una opinión lúcida de la vida y de las aspiraciones de un sector culto de la sociedad occidental. Quizá la aspiración de muchos: pasar las noches de fiesta en fiesta y dormitar durante el día para despertarse, por la tarde, en un ático frente a una vista soberbia del Coliseo de Roma.

viernes, 11 de abril de 2014

El Consejero o como tenerlo todo y no hacer una buena película.

Con un reparto de lujo y una experiencia ya legendaria realiza Ridley Scott la película “El consejero” y comete el mayor error en el cine: no convence ni al público ni a la crítica. Aún más: hace un film que intenta serlo todo y se queda en nada. No es totalmente una película de acción ni de intriga, no es policiaca, suelta frases a recordar pero no reflexiona realmente sobre nada, hay escenas de sexo (mejor dicho, donde se recuerda el sexo) pero aburridas y marginales en el guión… Uno espera que con la presencia en pantalla de Michael Fassbender, Penélope Cruz, Javier Bardem, Cameron Diaz, Brad Pitt, Bruno Ganz y Rosie Pérez las actuaciones van a ser sublimes pero pasan unos y otras sin pena ni gloria. Nunca pensé que el señor Scott fuese un director de actores, pero con esta cinta me lo confirma. Precisamente el menos conocido para el público español, Fassbender, supuesto protagonista, no  centra la acción ni la historia. Quizá se puede pensar en una película de tipo coral donde las estrellas lleven el peso de los acontecimientos, pero como los hechos son casi anecdóticos (un camión que lleva droga y unos delincuentes en sus vidas de lujo), los diálogos apenas tienen nada que ver con la trama principal. La escena de escándalo entre la Cameron y el Bardem lo es para el público americano y en Europa se queda en una chorrada que haría sonreír aburridos a Fellini,  Bigas Luna o Bertolucci.
Nada justifica el rodaje con un argumento mediocre, una fotografía simplemente aceptable y una música prácticamente inexistente. Todo el mundo puede fastidiarla en un momento dado: ya le pasó al mismísimo Spielberg con “Amistad”. Con películas de culto como “Alien” o “Blade Runner”, memorables como “Thelma & Louise”, “Hannibal” o “Gladiator” y otras simplemente dignas de recordarse como “Black Hawk derribado” o “El reino de los cielos”, es normal que alguna vez se meta la pata, pero sorprende que Ridley Scott lo haga a estas alturas de su carrera, con toda la libertad que tiene como multimillonario productor y con semejantes actores. También es verdad que rodar tanto, hacer tantas películas puede llegar a aburrir a un director emborrachado de fama, pero los espectadores no tenemos la culpa de ello. Quizá nadie se atrevió decirle que no era buen proyecto o calcularon que solo por el reparto y el nombre del director ya se haría “espontáneamente” una buena película. Pero no, “El consejero” es un vacío de ideas, de trama, de buenas imágenes, de buenas actuaciones…