Miraba el horizonte de tejados,
pero no estabas,
como nunca estuviste,
y me quedé perdido
en un mar de antenas
de televisión anodina.
Y allí, dónde el azul no estaba en mis ojos,
si no en el mar que añoraba,
aún seguía
intentando evocarte,
inutilmente.
De repente, sobraron
todas las palabras
y los objetos resbalaban
de mis manos,
buscando tu piel.
Tu ausencia me dolió,
pero solo
pude encender un cigarrillo más
y
constatar
que me faltabas.
Mi tacto añoró
la suave línea de tu nuca,
tus palabras
tan perdidas
como las mías.
Y más allá,
del calor
que quebraba voluntades,
ni siquiera recordé
el tono dolido
de tu voz.
Era una tarde
de susurros,
de niños que jugaban,
pero
con voces ajenas
y
lejanas.
Hermosamente triste... ♥
ResponderEliminarGracias, cariño
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