lunes, 12 de octubre de 2015

Fabiola IV

Y la extraño. Añoro esa risa suave y cantarina, ese acento mexicano, esas palabras llenas de ideas sorprendentes y divertidas que me inspiran poesías y cuentos de final feliz. Esa mente poblada por maíz y paisajes americanos, por números incontables e historias románticas y bequerianas, donde ingenuos cantautores sureños evocan nuestro amor en cada estrofa. Donde vendedores, recién llegados de Macondo, recorren calles polvorientas ofreciendo prodigios de otras tierras: hielo frío, imanes atrayentes, potentes catalejos, máquinas parlantes, elixires de amor inconcebible, brújulas orientadas, amuletos de la suerte inacabable y mapas de tesoros escondidos. Cartas secretas que indican los lugares donde, conquistadores españoles, que, en años olvidados, se perdieron locos en la selva infinita, enterraron riquezas enormes.

3 comentarios:

  1. Y él como Cortez, se dejó subyugar por esa mujer de piel de atardecer y mirada anhelante, de corazón melancolico y alma nostalgica, de sentimientos contenidos, que esperaban por él para liberarse, para vivir y amar... ♥

    ResponderEliminar