sábado, 6 de abril de 2013

De faunos y otras maravillas.

 
Sabiendo que me gano plaza en la hoguera de los herejes del cine actual, he de decir que El laberinto del fauno no me acaba de convencer.
Si bien es verdad que sus efectos especiales alcanzan cimas nunca vistas por aquí, su guión me plantea una duda: ¿Es una película para niños donde al director - Guillermo del Toro - se le fue la mano en la violencia o es una cinta para adultos donde se intenta complacer a nuestra parte infantil?. Sus golpes con botella en pleno rostro y sus cortes en la boca con cuchillo cocinero la alejan de ser una pseudo-secuela de Harry Potter (al estilo de - algunas - películas de Terry Gilliam o todas las de Tim Burton) y sus hadas, faunos y otras maravillas - léase humanoide con ojos en las manos - y guión al estilo de Peter Pan la separan de Soldados de Salamina o La vaquilla. Así, por ese afán que algunos productores tienen de enganchar a varias generaciones en un mismo film o por una dirección que no llega a decidirse por la dirección a tomar, El laberinto se queda en un quiero pero no puedo - o no sé como, o no me da la gana - bastante raro y que me cuesta digerir con placer. Tampoco me convencen la escenografía - hay una impostura que no llego a definir en el vestuario, los coches, etc- o la posición política excesivamente maniquea y simplona - es decir, todos los fascistas muy malos y todos los rebeldes muy buenos -. Por otra parte hay que señalar que no están nada mal ni la fotografía ni la interpretación de los actores ni los decorados. Aún así, para mi no acaba de cuajar y me quedo con la sensación del niño grande que juega con un estupendo juguete, aunque sin saber muy bien que hacer con el. Eso sí, las películas de Guillermo siguen teniendo esa riqueza visual que ya demostró en Hellboy y Blade II.
 
(22/03/2008).
 

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