jueves, 28 de febrero de 2013

Mariam

Me comentas Mariam, me sugieres que escriba una verdadera historia de amor, un historia en la que no se de esa relación jefe-subordinado, amo-esclavo... Pero no creo que exista tal relación. Siempre le queda al inferior, al que depende del otro el miedo al rechazo, a la soledad. Creo que todos hacemos cosas para no perder un amigo, para tener una mano cerca a la que cogernos cuando sentimos el abismo de nuestro propio ser... o por el contrario, tenemos todo muy claro y el que quiera, que nos siga, porque no estamos por quedarnos atrás porque el otro no tenga el empuje o pasión que nosotros sentimos... no estamos para perder el tiempo... nuestra labor, nuestra misión es tan importante que otras consideraciones no pueden ser analizadas... Conozco maridos que tienen muy claro que lo primero es su trabajo, o sus amigos, o sus aficiones que les apasionan y que no quieren o que están muy cansados para tonterías de niños o problemas domésticos... Señores que, de vez en cuando, hablan de algo más que de fútbol o informática. Que de vez en cuando, sienten algo por alguien... Esposas que solo viven para sus hijos, o para sus amigas, o para sus aficiones y que conviven con un señor porque es necesario que haya un padre, una figura masculina o alguien que traiga dinero a la casa (no tiene porque ser todo a la vez) y que "soportan" hacer el amor de vez en cuando... Que comparten sus deseos o sentimientos con su conyuge... rara vez. Parejas en las que uno/una tiene un objetivo y el otro/la otra se amolda, se acomoda, como puede, a ese deseo diáfano e irrenunciable. Sí, también creo que existen esas parejas que negocian sus intereseses, que alternan o comparten objetivos, que suman esfuerzos por una lucha común... pero duran dos días... porque somos humanos y diferentes y porque lo que uno quiere ahora no es lo mismo que deseaba a los quince y es distinto de lo que se pretende a los sesenta... y el otro/la otra no siempre están en sintonía, porque no se siente lo mismo más que en raras ocasiones... porque afortunadamente, no existe el pensamiento, el sentimiento único...
Pero esto crea brechas, distancias y a uno se le disparan las alarmas y la disyuntiva es clara: si uno tiene claro el objetivo y no quiere renunciar a él, quizá tenga que ser en solitario o si se prefiere que sea el otro el que llegue, uno tiene que aguantar y ver como el otro consigue parte de sus sueños, acosta de renunciar tú a los tuyos... A veces, cada día se da más, los dos corren en paralelo: ella, por ejemplo, tiene un trabajo de oficina que le encanta y él, por ejemplo, pinta cuadros y disfruta con su creación. De vez en cuando, se encuentran y comparten unos momentos, unos suspiros, unos pensamientos y eso puede ser amor... y así pueden vivir incluso años... pero siempre acabará ella encontrando una pareja de su mundo laboral, su mundo de grapadoras y ordenadores, de informes y balances... o de su ambito de ambiciones, de escaladas al poder o de chalets en la sierra o él una mujer apasionada por el arte y la creación, la mezcla del oleo en el pincel y la pintura sobre el lienzo... Ella, la nueva, sí gustará de exposiciones y entenderá el desarrollo del barroco con Velázquez. Y ambos, la pareja original, se distanciaran más y ya no quedará amor, se iran esos pocos momentos, porque ya no se comparte... Pero a la oficinista ¿le interesaban de verdad los problemas de sombras y perspectivas?... A él, ¿le preocupaban los ajustes de personal y el nuevo control de calidad?... o solo fingian para poder compartir unos abrazos, unas palabras de consuelo...
Quizá simplifique demasiado, pero es difícil generalizar porque siempre hay matices y opiniones, un "pero" que estudiar y sopesar...
Como te decía Mariam siempre son historias de amor, pero no siempre la diana de esa flecha es una persona... A veces amamos más a las cosas, a las actividades que a las personas...

Sigo pensando que ando un poco perdido.

(Publicado el 26/10/2005)

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