jueves, 28 de febrero de 2013

Rita


Cuando tenía siete u ocho años vi "Gilda" y me enamoré de Rita. Y allí estabamos... Esperando que te quitases el otro guante y el vestido y lo que hiciese falta, porque a esa edad todos andabamos muy "necesitados"...
Todo eras melena salvaje y provocadora, gris en la pantalla, aunque te sabiamos de cabello de fuego.
Y eras pecadora, pero una pecadora como hay que serlo, ya que te pones... a fondo. Y nos encantaba como te burlabas de aquel ñoño del Glenn Ford. Pero la censura de la época no podía dejar que tu historia terminase bien y luego te ponían remordimientos de conciencia y mal final. Pero sabiamos que la realidad había sido otra y que te lo habías pasado de vicio de bar en bar y de cama en cama... que son dos días los que se vive... y que si no llega a ser por las tijeras puritanas, allí te quedas como tu madre te echo al mundo para deleite de los niños de la época (y los no tan niños). Y hubieramos visto aquellos pechos tan hermosos y españoles que tenías, que no cuadraban demasiado con tu cuerpo de bailarina, pero que nosotros adivinabamos entonces, con un delite fabuloso.
¡Y aquella canción!..., no la del intento de striptease, si no la otra, la de la guitarra, arrastrada como tu personaje, que nos sonaba tan triste.
Sabemos que, aunque no lo dijesen, el protagonista era otro, no sé, Paul Newman, que solía hacer películas de indomable como tú, y teníais un polvo salvaje para disfrute celestial de ambos.
Sé que, como cinéfilo de culto, no escribo un homenaje muy respetuoso hacia ti, una de las mas bellas actrices de todos los tiempos y mito de toda una generación, pero sí gozoso y sexual. Además, después de hablar de Bukowsky, tampoco podía ser de otra manera.

Seguro que Gilda, la de verdad, me entiende.

(Publicado el 28/10/2010)

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