jueves, 28 de febrero de 2013

Sonámbulo

Hoy conducía por Móstoles como adivinando las calles. No había dormido y tenía miedo de perderme en un sueño de edificios iguales y de avenidas interminables. Los semáforos, como mástiles de barcos perdidos en la niebla, surgían de pronto con sus luces chillonas dando ordenes absurdas...
Fui a renovar el DNI y tuve que encontrar la oficina, que se escondía, disimulando, entre unos pisos y una plaza de una simetría perfecta y acabada. Los agentes, armados con fieros bolígrafos y lapiceros acechantes, me miraban como sospechando y yo trataba de simular que solo estaba allí por el documento caducado. No quería que supiesen los besos que no había dado, las malas miradas que eché a mis mujeres, la pereza al ir a trabajar en las mañanas frías de un invierno madrileño...
Uno, con claras intenciones perversas, me cogió un dedo, así sin pedirme lo que, obviamente, es mío, me lo rebozó en tinta negra de calamar muerto y me lo arrastró sobre un papel, que chilló de rabía ante una caricia no solicitada. Así, con un escarabajo entre mis otros dedos, salí como pude de aquella trampa para conciencias remordidas...

Volví a casa para volver. Volver al sueño y a escribir. Escribir estas palabras que entre sueño escribo.
No sé si me explico.

Otro poema que me encanta:

Los amantes

"¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos."

Julio Cortazar.

(Publicado el 27/10/2005)

No hay comentarios:

Publicar un comentario