sábado, 16 de marzo de 2013

Felicidad

 


Fotografía propia.

Para ser lunes, me encuentro razonablemente bien. No me duele nada, no tengo ninguna preocupación agobiante, no hay un gran problema al acecho...
Ya son muchos años los vividos, ya he leído lo suficiente y pensado lo bastante como para saber que esto es lo más cerca que un ser humano normal (ni rico, ni muy afortunado) puede estar de la felicidad.
Aparte de mitos y películas al uso, tal como está el patio - tan mal como siempre, tampoco nos engañemos - , el ser humano es feliz (o debería serlo) en una situación en la que no pasa hambre, tiene un lugar para vivir a cubierto, un trabajo y un mínimo de objetos de entretenimiento. Lo demás es propaganda y humo. Nos venden automóviles, joyas, electrodomésticos, etc., que prometen hacernos feliz, pero en el fondo, con tal de reflexionar un poco, sabemos que no es verdad y que a la larga nos darán más problemas de los que nos solucionan.
Alguien se puede plantear que en los requisitos mínimos quizá sobre lo del entretenimiento, pero hasta los cuidadores de simios de los zoos saben que sin algo que distraiga a los animales más evolucionados caemos en depresiones enfermizas. Así con un neumático colgando de una cuerda, un buen libro, algo de música o, incluso, una pareja, todos estamos más cerca de la felicidad ansiada. Afín de cuentas este es el objetivo de los seres humanos, seamos conscientes de ello o no, y para eso se levanta uno a las seis de la mañana, cuando el astro rey se despereza lento entre algodones grises, cuando empiezan los repartos en los mercados, cuando comienzan los informativos en las radios... Para ello aguantamos atascos de tráfico infinitos, jefes autoritarios, kilométricas colas de espectáculos, relaciones tediosas, pagamos hipotecas a treinta años y soportamos niños aún perdidos en el aprendizaje adulto. El problema general es que lo que proporciona felicidad es, aparentemente, distinto para individuos distintos y, como autos eléctricos de las ferias, chocan nuestros intereses, con las heridas y daños colaterales conocidos.
Tomemos conciencia: quizá somos felices y no lo sabemos.

Hoy puede ser un gran día.

(Publicado el 12/11/2007).

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