miércoles, 13 de marzo de 2013

Malena

 
 
Como todas las buenas películas, Malena tiene varias lecturas. La que yo prefiero habla de esa mujer que representa la belleza inalcanzable, el sueño que nos hace vivir y el objetivo de nuestros más íntimos deseos. Encontramos también la parábola del poder destructor de la mentira, la difamación y la envidia, el ejemplo del pueblo, muy abundante por nuestras tierras, donde el aburrimiento general se transforma en daño a las personas.
Tal como está ahora de moda, “del director de” Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, aunque no llega a su hondura o ternura, Malena, nos habla, como aquella, de la infancia y de los motores de nuestra vida (el cine, una mujer...) y como nuestros recuerdos primeros nos marcan para siempre y para bien o para mal.
Con el trasfondo de la Italia fascista, encontramos leves pinceladas del costumbrismo italiano (Amarcord y sus personajes esperpénticos) de los nuevos tiempos y de la postura sexual de muchos pueblos latinos en los que la mujer fue y sigue siendo, en demasiados casos, un objeto propiedad del macho dominante.
La fotografía, con bellos exteriores en Italia y Marruecos, es atractiva y cuidada y tiene, en ocasiones, ese matiz “como sepia” que conviene a la historia.
Imprescindible para los seguidores de esa mujer hermosa que es Monica Bellucci, creo que se queda en una especie de secuela menor de esa obra maestra que es Cinema Paradiso. Ni siquiera la música de Ennio Morricone, con lo buena que es, está a la altura de la que hizo para aquella. Así, con todo, creo que merece la pena verla.

(Publicado el 18/09/2007).

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