miércoles, 13 de marzo de 2013

Reflejos.

Tengo un vecino que vive solo. Por lo que cuenta, que vaya usted a saber, se caso con una mujer suramericana que en cuanto pilló dinero "si te he visto, no me acuerdo". De vez en cuando se acerca por aquí y, por que no coma siempre solo, le hacemos un sitio en nuestra mesa. Le gusta mucho el cine y la música y hablamos habitualmente de esa película que nos gustó o de ese grupo que marcó tendencias en el pop mundial.
Uno le mira y adivina esa resignación dolorosa del engañado. Porque no habla de ello. Enamorado, aún no se atreve (o no puede) a hablar de ella. Al principio nos contaba que su mujer había ido a ver a una amiga y, cuando pasaban los días, deducíamos que esa pareja no iba bien. Sentía lástima por él. Parece un buen hombre al que se la han dado con queso y su vagar por la casa vacía, buscando el sentido perdido de su propia vida, el error cometido, la inocencia perdida es un espectáculo lamentable.
Le vi sentado en el jardín leyendo una revista de cine y supe lo solo que se sentía. Justo en ese momento caí en la cuenta de cuanto nos parecíamos. Los dos acabamos de separarnos de nuestras parejas y vivimos, de alguna manera, solos. Curiosamente, no era capaz de ver mi propio reflejo en el espejo y mi compasión me impedía ver mi propia imagen.
Supongo que es algún tipo de mecanismo de auto-defensa el que nos lleva a pensar "yo no estoy tan mal". Aunque muy dentro sabemos no es cierto y que nosotros estamos viviendo, con diferencias menores, un reflejo de aquella misma vida que observamos con indiferencia de entomólogo.

A veces uno mira sin ver.

(Publicado el 15/08/2007).

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