sábado, 16 de marzo de 2013

Instrucciones para convertirse en un escritor de éxito (II)

Como vimos en el capitulo anterior, las palabras dan o quitan relevancia al texto. Hoy lo probaremos con otro de los términos del ejemplo.

Piedra. Las piedras no nos dicen nada. Una piedra en el camino - rancheras aparte- no supone obstáculo, aunque tropecemos varias veces, como es humano, con ella. Una buena roca, una peña (incluso un peñón - Gibraltar español -), sí que nos hablan de cosas interesantes. Verdad es que una piedra en el zapato puede ocasionar una molestia considerable y una cojera evidente, pero no podemos utilizar vocablos tan pobres si queremos conseguir la admiración de la crítica y el dinero de los compradores. Siendo la piedra preciosa se gana algo de valor y se pueden escribir historias policíacas, haciéndolas objeto de arriesgados robos, o románticas, si las ponemos en un anillo de pedida. Mas una piedra simple al lado de un lago, por poner una ilustración, que reciba por las mañanas el sol anaranjado del amanecer, después de la humedad gris del agua, el color dorado del mediodía y los tonos plateados de la tarde, soporte y pedestal de las libélulas verdes y protección de batracios, por mucho que la veamos como símbolo de la soledad, del valor de lo insignificante en el Universo y de la belleza de lo pequeño, no llega a ser sujeto de ningún texto digno de ser leído. Si la piedra es lunar y vino de nuestro satélite, gana en brillo de ficción y puede ser el motor de un buen cuento sobre geología extraterrestre, apasionante relato. Es evidente que aunque usemos sinónimos como guijarro, con ecos de piedra pequeña mexicana de la zona de Guadalajara, o china, más oriental y sugiriendo porcelana y jarrones, no avanzaremos mucho y nuestro escrito seguirá siendo despreciable. Amontonándolas o construyendo con varias de ellas, las piedras cobran importancia y se subliman en castillos o palacios. Nada de cuevas o chabolas, que a nadie interesan por mucho que rodeen el perímetro de los países ricos y poderosos y sean el desván de los olvidados y perdedores, en esta carrera loca e imposible por la fama y la riqueza. Está claro que los protagonistas de nuestras historias han de ser príncipes y potentados del petróleo y no mendigos y navegantes perdidos en busca del paraíso europeo. Esta evidente relación, entre el aspecto y el tamaño de los objetos que mencionamos con el éxito de nuestra publicación, se remarca al pensar que una piedra de mechero, por mucho que pueda ser productora de un gigantesco y devastador incendio californiano, no es comparable a las magníficas y admirables rocas donde se esculpieron las caras de los presidentes de ese país que es símbolo y adalid de la libertad y los derechos humanos en el mundo entero y conocido. Amén.

(Publicado el 7/11/2007).

2 comentarios:

  1. Guadalajara, México?... Jiji. Fuera de broma, que interesantes textos ♥

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