miércoles, 13 de marzo de 2013

¿No es maravilloso?

 
Fógrafía: Jastrow 
 
Sí, lo es...
 
Por muy difícil que sea de creer, dados los tiempos que corren, hay unos momentos mágicos y sublimes en la vida de los seres humanos.
En estos instantes, dos seres individuales y, por lo demás, básicamente únicos y egoístas, bajan las barreras acostumbradas, se quitan las máscaras, olvidan el presente cotidiano y la rutina de los días y se convierten en personas dependientes, amables, cercanas y amantes. Se comparte lo mas importante que se tiene: el propio ser. El hombre (y la mujer) dejan de ser lobos para el hombre (y la mujer) y descubren, generalmente fascinados, que existe un tú, que, lógicamente, es igual que el yo. Todo es ternura y cuidado del otro y, sorprendentemente, descuido y olvido de uno mismo. Es lo que llamamos Amor, con mayúscula sí, y corrientemente, hacer el amor.
Está claro que este amor no es el habitual (es raro como las perlas negras) y se da, realmente, quizá, una vez de cada cien. Las ocasiones restantes siguen la práctica más habitual de los humanos: dos personas buscando satisfacer sus propios intereses y utilizando al otro (otra) como filón, esclavo o medio para conseguir lo que se busca, ya sea placer, poder, dinero, etc.
Le llamo Amor porque me parece la expresión máxima del mismo. Uno puede dejar su coche, su casa... pero dejar su propio cuerpo es otro cantar. Abandonar el control y ceder a los impulsos, con todo el cuerpo y la mente, del otro es algo que no todo el mundo comprende ni admite. Esa genial intimidad es un acto máximo de generosidad y apertura que han censurado los gobiernos y las iglesias desde los inicios de los tiempos. No hay nada más difícil de controlar y manipular que la felicidad y el goce. Por ello a unos les parece inmoral y a otros pecado. En muchos de nosotros hay hacia el sexo (amor es sinónimo en los mejores casos), un sentimiento de vergüenza, de culpabilidad, de rechazo que, si examinamos a fondo, no viene verdaderamente de nosotros si no que se nos ha inoculado arteramente desde instituciones muy interesadas. Hoy día, aunque aparentemente la sociedad occidental es más permisiva (porque sí, hay gente que da y espera permiso en este tema, por mucho que me cueste entenderlo), en la práctica se rechaza, prohíbe y estigmatiza cualquier intento de amor libre y desenfadado. Se maldice la relación sin contratos o contraprestaciones y se insulta y rechaza al hombre o la mujer que quieren gozar de sus cuerpos y almas sin control ni medida.
Pero volviendo a lo mejor del asunto, aún me sigue maravillando como el macho fuerte, dominante y bruto puede volverse suave, permisivo y cariñoso y como la hembra astuta, manipuladora y distante se convierte en la amante, tierna y cercana. Milagroso encuentro de dos cuerpos, de millones de células de individuos diferentes que se descubren mutuamente y que abren un hueco es sus mentes para que entre la mente del otro.
Han pasado muchas cosas y se ha conseguido manipular los gustos, los cuerpos y las mentes. Se han impuesto tallas, técnicas, marcas y modelos. Se ha conseguido prohibir hábitos, consumos y costumbres enraizadas y ancestrales. Pero por más persecuciones orquestadas, por más amenazas con infiernos ardientes, por más enfermedades horribles... nos seguimos amando y haciendo el amor. Incluso, en raras ocasiones, de una forma autentica y total. Y esos momentos son, auténticamente, eternos.
 
(Publicado el 16/07/2007).

2 comentarios:

  1. Nos seguimos amando y haciendo el amor. Incluso, en raras ocasiones, de una forma autentica y total. Y esos momentos son, auténticamente, eternos... Que belleza de letras, cielo ♥

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