martes, 5 de marzo de 2013

Sin bendiciones o como cargarnos el asunto (IV)




Valor de las fincas rurales propiedad de la iglesia católica en 1840 - más obscuro son más millones de reales de vellón -

Hace una pila de años que este país en el que vivo optó por elegir una religión, mayoritariamente, y pasando el tiempo parece que el tiro nos salió, sale y saldrá por la culata de este revolver al que llamamos iglesia católica.

Supongo que las palabras de amor del fundador de la religión, en la que esta iglesia se basa, atrajeron a muchos esperando que los buenos sentimientos y actitudes que Él predicaba fueran dominantes en esta organización. Desgraciadamente, una mayoría de los componentes de esta iglesia, desde antiguo, se dedicaron a una lucha por toda clase de poderes, preferentemente terrenales, a base de amenazas con los horrores de un infierno que fabricaron a medida y del que solo ellos podían salvar. Se confabularon con los poderosos para obtener tierras y propiedades y desde sus pulpitos apoyaron a reyes y dictadores que les ayudaban a conseguir sus objetivos. Para no dejar cabos sueltos ni titére con cabeza, se fundó la Inquisición (llamada ahora Congregación para la Doctrina de la Fe) y se dedicaron a torturar y matar a diestro y siniestro a supuestas brujas, herejes y opositores en general. Inmovilistas y conservadores en general, señalaron con sus dedos acusadores a todos los que no comulgaban con sus ruedas de molino.

Hoy en día han cambiado sus palabras - y afortunadamente esos métodos tan descarados - y hablan de derechos y democracia, aunque, mayoritariamente, las actitudes no han cambiado. Sus nuevos medios de difusión son las emisoras de radio, los periódicos y, seguro que pronto, la televisión.

Parece ser que muy temprano olvidaron que les iba a ser más difícil entrar en el Cielo que a un camello por el ojo de una aguja y que lo que hacían/hacen al más pequeño se lo hacen a Él.

He de decir, para ser todo lo justo que puedo, que he conocido sacerdotes y seminaristas inteligentes y comprometidos, críticos -en privado- con la institución y que trabajaban realmente para fomentar el amor -la caridad, dicen ellos- entre los humanos, con su propio ejemplo, sus palabras y actitudes. Lamentablemente, son una minoría y casi ninguno llega a la cúpula de los que deciden. Así el gran dinosaurio espiritual sigue, al menos en este país -aunque tengo noticias parecidas de otros paises-, haciendo de las suyas.

Por otra parte, suelen quejarse de que cada vez haya menos vocaciones y más seminarios vacios, de que la gente no acude a las iglesias y de que "les persiguen" desde diversos sectores.

No sé de qué se extrañan.

(Publicado el 22/04/2006).

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