viernes, 8 de marzo de 2013

American Beauty (Belleza Americana)



Recuerdo que cuando era niño mi país preferido era el Reino Unido porque de allí venían mis grupos favoritos: The Beatles, Pink Floyd, etc... No es que conociese la historia, vida y costumbres de los habitantes de aquellas islas, pero me hubiese encantado visitarlas y es cierto que se copiaban las modas (como se podía) que llegaban con cuenta gotas a España.
Con respecto a los Estados Unidos, en aquellos días en los que acababa de dejar de jugar a indios y vaqueros, recuerdo mi admiración por ellos como poderío militar y económico (a uno le parecían los tios ricos y fuertes del otro lado del mar).
Pasando los años, mi actitud hacia los norteamericanos (según fui conociendo su historia) se fue poco a poco enfriando, hasta llegar a un auténtico desprecio. No hacia el individuo, que puede ser tan maravilloso o estúpido como en cualquier otra parte, si no como colectivo, como país.
De envidiarles pasé a aborrecerles. La historia que nos vendían (la conquista del Oeste), se me fue descubriendo como una salvajada más o menos a la misma altura que la que España había cometido en Suramérica. Los usos y abusos por todo el globo terráqueo se me fueron apareciendo con sorpresa y horror (Vietnam, apoyo a las dictaduras hispanoamericanas -incluida la nuestra-, "la guerra fría" contra la U.R.S.S., etc).
Después me di cuenta de que sus intereses, repito que como país, se basaban en el capitalismo brutal y la riqueza desmedida. Lo que a mi me fue apasionando con el tiempo (el Arte, la literatura, el buen cine, la música clásica...), para ellos eran meras anécdotas (que, a pesar de ello intentaban copiar como podían de Europa, porque daba cierto aire "intelectual") y que se quedaban en algunos pintores, arquitectos y músicos destacados. Es verdad que habían sido los verdaderos impulsores del cine como espectáculo, pero con el ritmo de producción de tantos años, me parecía que era casi inevitable que algún film se hiciese bien y con inteligencia. También me enteré de que fueron europeos los que realizaron muchas de las mejores creaciones de Hollywood.
En la actualidad, sin ser tan radical, con las excepciones de unas cuantas ciudades -con Nueva York siempre a la cabeza-, la impresión que me llega es que desprecian todo lo que suene a cultura y estética. Siguen produciendo de todo y a patadas para vendérselo al universo entero, pero sus consignas son vive al máximo y no te preocupes más que de ti mismo y, como mucho, tu familia. Eso sí, compra, compra y compra.
Evidentemente, admiro a figuras como Mark Twain, Aaron Copland, Duke Ellington, F. Scott Fitzgerald, Frank Lloyd Wright, Woody Allen, Tenessee Williams,etc... pero me parecen tan pocos y tan excepcionales para tan gran país.
Para impulsar el "mercado continuo" del que hablaba, tienen las más grandes máquinas propagandísticas de todos los tiempos: los medios de comunicación. Así, lamentablemente, nuestros chavales viven como lo que ellos enseñan con sus usos, formas, costumbres, modas y valores. Ya no es que imiten sus ropas -que antes nosotros mismos imitamos con los vaqueros o de Francia con las minifaldas-, si no que copian ese desprecio a la vida ajena, el conseguir riqueza sin escrúpulos, atiborrarse a comida y televisión todo el día y hacer del deporte la vida misma ("el fútbol lo es todo").
Los adultos europeos tenemos gran parte de culpa por habernos dejado "invadir" a cambio de beneficios económicos, pero ahora, en nuestras calles y nuestros hogares, empezamos a pagarlo dolorosamente.
La tradición artística y cultural de siglos, la forma de hacer europea se pierden bajo la hamburguesa, el rap, las películas de Chuck Norris, las penas de muertes de Texas y los halcones de Washington, DC.

(Publicado el 19/05/2006).

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